Las sortijas, un regalo como demostración de amor y amistad Joyas 14/02/2023
Las sortijas regaladas como símbolo de amor y amistad son las más comunes, y son numerosas las que se ofrecen a la venta en Balclis, sala de subastas de anillos en Barcelona. Las sortijas provistas de una sola gema, como los rubíes, zafiros, o esmeraldas, sin ningún signo identificativo, son difíciles de clasificar o reconocer como sortijas de amor como tal, pero su uso ha sido una constante a lo largo de la historia.
El significado de las sortijas en la antigüedad
En la Antigüedad se empleaban las sortijas como símbolo de amor y amistad, y también sortijas de intercambio para la formalización de un contrato. Dicho contrato se formalizaba con un apretón de manos o “dextrarum iunctio”, por lo que, con el tiempo, los esponsales se establecían con el mismo gesto.
De este modo, encontramos ejemplares de sortijas en el siglo III después de Cristo que representaban esta unión de manos, motivo que en el siglo XIX los coleccionistas pasaron a denominar “anillo fede”. Habituales eran también las representaciones de los retratos del hombre y la mujer respectivamente, o como en el caso de Bizancio, los retratos de los esponsales a cuerpo completo.
La Edad Media incorporó dichas simbologías, pero también incluyó inscripciones en letras góticas de contenido más o menos poético. Con el renacimiento surgirán las sortijas de doble aro, desmontables, trabajadas ricamente con esmaltes y de motivos esculturales de tipo clasicista o con las manos entrelazadas con la inclusión de gemas tales como el zafiro, el diamante, el granate o el rubí.
Crecimiento de las sortijas alianzas
Posteriormente durante los siglos XVII y XVIII proliferaron las sortijas en forma de corazón más o menos abstracto, engastados con más o menos gemas. Más adelante en el siglo XVIII proliferaron las sortijas alianzas, consistentes en un aro sobrio de metal, oro o plata, desprovisto de toda decoración a excepción quizá de una breve inscripción.
Los diamantes no tardaron en incorporarse a estas sortijas lisas y tampoco lo hicieron las piedras de color. Las iniciales también eran recurrentes, así como los retratos o motivos más simbólicos tales como los corazones o las palomas o panoplias. El siglo XIX fue el gran aglutinador de todas estas tendencias y a finales del siglo XIX el brazalete suplantará al anillo como regalo amoroso o de pedida, pero por poco tiempo, hasta la aparición del solitario de diamantes como la joya amorosa por excelencia.
Sí, quiero
En la actualidad es común esperar dos anillos en señal de compromiso: el primero, durante la pedida de mano, suele ser más importante, y el segundo, más sencillo, de tipo alianza, se suele entregar en el momento de los esponsales.
La gran dureza y resistencia del diamante han hecho de él la piedra ideal para simbolizar la fidelidad del matrimonio ya desde el siglo XIV hasta la actualidad. Si bien al principio sólo podía ser ofrecido por la élite del momento, como la monarquía o la alta nobleza, a finales del siglo XIX con el descubrimiento de las minas de África, los diamantes proliferaron y su elevada oferta democratizó su uso.
El diamante en los anillos de compromiso
Desde entonces, el diamante se ha convertido en gema obligatoria, sobre todo desde que en 1886 Tiffany lanzo un modelo de sortija innovador en el que el diamante quedaba sobre elevado respecto del aro gracias al uso de seis garras que permitían la entrada de luz por todos los lados.
Conforme ha ido perfeccionándose su talla, encontramos diamantes de gran diversidad: la talla brillante es el rey, seguida por la talla esmeralda, princesa, octogonal, rosa o asscher. La montura puede ser sencilla en oro, oro blanco o platino, con o más piedras secundarias como el zafiro rubí o pequeños diamantes secundarios. El estilo más en boga es el Art Déco pero también suscitan interés en Balclis los modelos años 50.
Sortijas tipo sello
Otra tipología de sortija largamente difundida es la sortija tipo sello. Las piezas más antiguas encontradas son del antiguo Egipto. Las más representativas presentaban cartuchos con jeroglíficos, frecuentemente tallados en lapislázuli, ágata, jade o cristal de roca, montados en un aro de oro. La Antigua Grecia se sirvió de ellos para representar motivos literarios y mitológicos, y los etruscos tomaron su relevo incorporando grifos o leones.
La Antigua Roma hizo de la sortija tipo sello una de las tipologías más importantesLa Antigua Roma hizo de la sortija tipo sello una de las tipologías más importantes. En este caso se emplearon muchas piezas de “intaglio”, consistentes en piedras planas, tales como el ónice, la amatista o la cornalina, excavadas de tal modo que el objeto representado queda rehundido, como si de un negativo se tratara, manteniendo los mismos elementos decorativos.
En la nueva era los símbolos cristianos fueron incorporados en la iconografía de estas joyas. Los peces, el ancla o el alfa y omega eran símbolos recurrentes en sortijas y anillos, los cuales podrás encontrar en las subastas de anillos y sortijas de Balclis.
Anillos y sortijas en la monarquía y nobleza
Con la caída del Imperio Romano en Occidente, los anillos fueron muy apreciados entre las distintas monarquías y la nobleza, y por su puesto los clérigos, pero manteniendo una estética tardorromana. En la Edad media el anillo tipo selló jugó un papel fundamental, pues servía como elemento de autentificación de mensajes o como objeto de alianza entre reinos. El cambio fundamental de esta época fue la incorporación de los símbolos heráldicos.
Durante el renacimiento resurgieron los intaglios en un intento de redescubrir y reinterpretar la antigüedad, y durante los siglos XVII y XVIII no era infrecuente la incorporación del retrato del portador. El siglo XIX reunió todos los motivos mencionados con una intención claramente revival, y en la actualidad sigue empleándose en Europa como el símbolo de pertenencia a la nobleza, con independencia de su uso o no como sello.
Sortijas de hoy, sortijas de siempre
En la actualidad cada vez es más numeroso el colectivo de mujeres coleccionistas que buscan comprar una pieza para sí mismas, destacando por encima de todo la practicidad y la belleza de sus formas. De este modo, han proliferado los diseños más depurados, para llevar cada día, de composiciones abstractas o ligeras, cuajadas de pedrería de color vistosa, y para los modelos de noche o de gala se decantan por piezas más llamativas y extremadas.